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Sigue en 2020 la caída de ventas

Ni los brindis y fuegos artificiales por fin de año pueden distraer la atención de lo que sucede en el mercado automotor. No hay tiempo para dejar, aunque sea por un rato, las preocupaciones de lado. Todo sucede de manera vertiginosa. El comienzo oficial de 2020 confirmó los peores presagios y destrozó de un mamporro cualquier fantasía de una mágica recuperación de la actividad. Bastaron dos días hábiles para comprobar la irremediable realidad de que los pies siguen pegados a la tierra. Según los patentamientos del jueves y viernes pasado, la caída de los registros es de 37% respecto al inicio de 2019. Es cierto que son apenas dos jornadas como para aventurar pronósticos contundentes, aunque, para algunos veteranos del sector, alcanzan para alarmarse. Se basan en cuestiones estadísticas que muestran que, salvo imprevistos, el arranque de un mes marca el ritmo del resto de los demás días. Es por eso que ya hacen números sobre lo que puede suceder durante todo enero. Y no son buenos. El año pasado se había llegado a las 60.000 unidades y se especulaba que las ventas rondarían las 50.000 en este inicio de 2020, pero, con este panorama, ya imaginan un escenario peor. “Vamos para las 40.000 unidades”, dijo con voz temblorosa, del otro lado del teléfono, un empresario automotor. Enero es importante porque es el mes más alto en patentamientos debido a que se concentran operaciones postergadas de los últimos meses del año anterior para que los 0 km queden registrados como modelos del año siguiente. Estiman que el primer mes del año representa un 12% del total del mercado anual. Con este criterio, 2020 podría estar por debajo de las 400.000 unidades. Pero no todo es tan lineal ya que en el sector creen que habría que dividir este año en dos partes. Un primer semestre duro, con un arrastre negativo de 2019, y una segunda mitad mejor. Normalmente, el primer semestre representa el 54% de las ventas anuales y el segundo, el 46%. La expectativa es que esa tendencia, en 2020, se revierta. Todas especulaciones.

En la asociación que agrupa a las concesionarias (ACARA) están trabajando con tres hipótesis. Un escenario igual al de 2019, con 460.000 vehículos; otro negativo, con una baja de 7% del mercado y un tercero, positivo, con una suba de la demanda para apuntar a las 500.000 unidades. Dependerá de lo que suceda principalmente con el tipo de cambio (en esto es fundamental la negociación de la deuda con el FMI) y la posibilidad de cierto repunte del crédito si las tasas bajan. Si el dólar está tranquilo, las ventas podrán mejorar; si se altera, bajarán. Posiblemente, estas proyecciones se vuelquen a algún informe que se difunda oficialmente. Lo están analizando. Otros creen, como ya publicó Ámbito Financiero, que la mejora puede ser mayor y llegar a las 550.000 unidades. La mejora empezaría a partir de abril y, en este punto, juega un papel importante lo que suceda con la brecha entre el dólar oficial y el “blue”. También se tiene en cuenta que los cambios de Gobierno provocan un clima favorable al consumo. Así se vienen produciendo en los últimos 30 años y apuestan a que esta vez no sea diferente. La preocupación es si la actual gestión tendrá margen para poder provocar este efecto. Una economía endeudada, un déficit alto, una presión tributaria en crecimiento, una inflación desbocada y una contracción del salario real de 21% desde 2016, aumento en Impuestos Internos, la falta de crédito y altos cosos de mantenimiento no parecen ayudar a una recuperación. Esto se completa con una caída de la producción, según datos difundidos ayer por ADEFA, que muestra que tampoco la exportación puede ser el salvavidas que necesitan las fábricas para resistir la crítica situación. La falta de competitividad de esta industria, salvo algunas esforzadas excepciones, hace que ni aún con un peso devaluado el país sea viable. La voracidad estatal está llegando a un punto tal que todo lo que toca lo destruye. Es en toda la economía y tanto o más en el sector automotor. Se necesita un replanteo urgente porque, a este paso, no habrá más espacio ni para un brindis de fin de año.